Erica le miro sonriendo, había encontrado a alguien que le salvaría, alguien que podría ayudarla para sobrevivir. Con ese atuendo que llevaba la jovencita comenzó a imaginar lo mejor, seguro que era un pedazo de tío y quien saba podría ser que quiera que le devolviera el favor con carne:
-Muchas
gracias, estaba bastante sola, mi grupo ha muerto y era presa fácil para estas
salvajes, Soy Erica ¿Cómo te llamas?
Ese
hombre se quito la mascara y pudo ver un hombre de unos cuarenta años, que no
era el super macho que esperaba, pelo canoso, barba mal cuidada y aparte cuando
se acerco pudo ver que tenia un cuerpo escombro, pasado de kilos, eso hizo que
estuviera bastante decepcionada:
-Me llamo
Raul, no te apartes de mí y podrás vivir.
Ella
suspiro bajando la cabeza y pensó que, si sobrevivía gracias a él podría llegar
a un grupo que tuviera un super macho para ella, que estuviera necesitado:
-Que bien
Raul ¿Dónde tenemos que ir?
Erica paso
meses con Raul, la tenía un pequeño refugio en un almacén, donde había conseguido
unas cuantas macetas y podría plantar algunas verduras, aparte también tenían la
suerte de conseguir algunas cosas necesarias en la ciudad.
Ella había
se había arreglado un poco su ropa y no estaba nada contenta con tener que
trabajar tanto, le aburria sobrevivir, aparte de eso tenia que escuchar a su
nuevo compañero hablando de sus aventuras o sus consejos vitales.
Una noche
cuando estaban en la hoguera, después que el chico le contara una historia de
su pasado, algo que tenia que aguantar la jovencita mas de una vez, algo que no
le interesaba para nada, el hombre se levanto mirando a su compañera:
-Bueno
apaga la hoguera y ven a dormir Erica, pon la alarma….
Erica negó
con la cabeza y miro que la alarma eran cuatro latas atadas a una cuerda:
-No, Raul
me quedare un rato pensando en tu fascinante historia….
Tenía
suerte Erica que Raul a veces no pillaba su ironía.
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