Rick se quedo pensativo tras escuchar lo que dijo su compañero de grupo y suspiro:
-Bueno ya
veremos, yo tengo que echar horas en la fábrica….
Tim cogió
su chaqueta y se la puso, tiro su cigarrillo y sonrió:
-Bueno yo
me voy a la pizzería, piénsalo, mas contratos mas dinero y dejar estos putos
trabajos….
Rick
entro en su habitación y se comenzó a cambiar, lanzo una mirada al montón de
revistas que tenia encima de su mesita de noche y en todas aparecían grupos
donde cantaban mujeres y estaban en los mejores conciertos. Eso le hizo pensar
en lo que dijo su amigo de grupo, pero el no quería compartir la fama, seria
más fácil si el fuera la chica, si eso fuera posible.
El chico Salí
de su casa y se encendió un cigarrillo, su cuerpo delgaducho estaba compuesto
por alcohol y tabaco, fue a coger su moto cuando se paro frente a un camino de
mudanzas, tenia un nuevo vecino.
Al montarse
en su moto pudo ver quien era la nueva vecina, una mujer de pelo corto, rojizo,
con gafas, era bastante alta 1,85 y tenia un delicioso cuerpo, todo envuelto
con una bata científica, que al ver a Rick le saludo, este le lanzo un saludo con
la mano.
Aquella
noche el chico llego a casa y dejo la moto como siempre aparcada frente a su
casa, algo que le llamo mucho la atención era los colores rosas que salían de
la casa de su nueva vecina, por eso se acerco para saber lo que era.
Se encendió
un cigarrillo y se fue acercando, de una forma silenciosa miro por la ventana
de la casa de su vecino y vio que aquella mujer estaba trabajando en una máquina,
la doctora llamada Melissa se giro de golpe al escuchar un sonido, Rick que
piso una rama.
La doctora
salió corriendo y al abrir la puerta se encontró con su vecina, el chico sonrió
tirando su cigarrillo:
-Me llamo
Rick, yo no soy un buen vecino, no traigo una canasta de bienvenida ¿Qué coño
es eso de ahí?
Melissa
suspiro y le hizo un gesto para que pasara:
-Entra,
tengo ganas de soltar un discurso científico ¿Una cerveza mientras te aburro
con mis tonterías?
El chico sonrió
al ver el perfecto escote de aquella mujer, talla 95, 100, era una delicia ver
aquello de refilón:
-Genial,
necesito emborracharme un poco.
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