Melinda respiro con calma apoyándose contra la mesa del
restaurante, estaba agotada de tanto correr, Lucas sonrió al ver que la chica
había corrido sin cesar con unas botas con un tacón tan pronunciado:
-Vaya, con esas botas te podrías a ver roto los tobillos
¿Que ha pasado?
La chica sonrió al escucharlo ya que medía 1,55 y gracias a
esos tacones podía llegar a 1,65, había conseguido con ese comentario que
olvidara lo que había pasado, pero seguía teniendo algo de miedo. Por eso
abrazo con fuerza a Lucas:
-Gracias, gracias soy Melinda y me has salvado ¿Cómo se
llama mi salvador?
El chico sonrió y pudo sentir el aliento de la chica contra
su cuello, también pudo oler un dulce olor, era el perfume que usaba la joven
chica gótica:
-Soy Lucas y bienvenida a Antonios ¿Qué pasaba?
La chica levanto su mirada para ver los ojos del chico:
-Estaba paseando por la rambla y unos chicos me asaltaron,
creo que me querían violar, tenía mucho miedo...
El chico negó con la cabeza:
-Te daré un vaso de agua y te acompañare a la parada del
bus, no puedo dejarte sola....
Lucas decía todo aquello, pero tenía bastante miedo, no le
gustaba los enfrentamientos, pero sentía que tenía que defender aquella chica.
Fue a la cocina a buscar un vaso de agua, mientras que
Melinda se quedaba en el comedor, la chica se acercaba a la puerta, mientras se
frotaba le brazo ya que estaba bastante nerviosa.
Melinda le dio un largo trago al vaso de agua saciando su
sed, después de correr de esa forma era lógico que estuviera sedienta. El chico
sonrió al ver como esos bonitos labios pintados de negro se apretaban contra el
cristal, también esos ruiditos de tragos tan encantadores.
Se abrió la puerta y los dos chicos salieron a la calle,
Lucas comenzó a bajar las persianas, después hecho la llave y se aseguró que
estaban bien cerrada. La chica le miro y se froto los brazos, tenía bastante
frio, más aún si era los primeros días de otoño.
El joven al ver como tiritaba la chica se quitó la chaqueta
y se la puso en los hombros, ella al ver esa forma de comportase se avergonzó,
era tan extraño ver ese comportamiento tan caballeresco, casi sacado de los
libros de amor que ella leía, pero estos estaban llenos de vampiros románticos
y hombres lobos que sufrían por su maldición.
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