El sonido de los gemidos hizo que el paciente se despertara poco a poco, sintiendo mucho dolor en todo su cuerpo, descubriendo que estaba vendado de arriba abajo, que tenia sus brazos y piernas atadas con correas.
Aparte de un gran dolor en cada centímetro de su piel,
intentando moverse, sentía como sus costuras y sus cicatrices le dolían sin
cesar.
Una de sus manos se resbalaron de su atadura y al conseguir
sacar una de ellas, fue rápidamente hacia la corre de su otra mano y se desato.
Rápidamente fue hacia sus piernas y conseguido ser libre.
Al tocar el frio suelo y ponerse en pie, sintió algo extraño
entre mareos, se sentía más ágil y sentía que había perdido mucho peso, desde
que fue atacado y se había despertado en ese lugar.
Vio que sus manos, sus brazos, sus piernas, su rostro estaba
vendado y lo único que llevaba puesto era una bata de hospital.
Intento ser muy silencioso para salir de allí, abrió la
puerta y vio sentada en el sofá y de espaldas a Emma, esa enorme espalda
musculada cubierta por una camiseta de tirantes.
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